Por: Diego Lanese

Empresarios y gremialistas acordaron hace unos días subir un 28 por ciento el salario mínimo, vital y móvil a marzo del 2021, luego del primer encuentro del Consejo del Salario en la era de Alberto Fernández. La oferta fue votada casi por unanimidad, y sólo la CTA Autónoma decidió rechazar el acuerdo. Para justificar su postura, la central obrera difundió luego de la cumbre un informe de su Observatorio del Derecho Social, donde criticó cómo se manejó la negociación, y alertó que la suba del haber mínimo actúa como un “ancla salarial”, es decir, pone un techo a la discusión salarial. Además, la dirigencia de este espacio se quejó del lugar que el Ministerio de Trabajo en la discusión, relegando a un lugar de suplencia en la mesa de discusión.

El informe de la CTA Autónoma se conoció luego del anuncio de un aumento del mínimo, que llegará a 21.600 pesos en marzo de 2021. La suba será en tres veces, y fue aprobada por la CGT, la CTA de los Trabajadores, las cámaras empresarias y el Ministerio de Trabajo nacional. El trabajo del observatorio recordó que el mínimo tiene un impacto directo sobre los asalariados registrados “marginal, casi nulo”, ya que los salarios básicos iniciales de convenio “en casi todos los casos están bien por encima de ese monto”. “El eje parece volver a estar puesto en la utilización del salario mínimo como ancla salarial, como una señal que limite la puja distributiva en aquellos sectores que todavía tienen margen para pelear por mayores salarios”, explicó el informe, al que tuvo acceso Política del Sur.

En cuanto a la evolución del mínimo en los últimos años, el observatorio recordó que luego de estar años congelado en 200 pesos, un 25 por ciento del promedio salarial, el gobierno de Néstor Kirchner “rompió con esta lógica y lo utilizó para impulsar al alza la negociación salarial”. “Luego de diversos aumentos acordados a partir de 2004 el mínimo pasó a representar entre el 40 y el 45 por ciento del promedio salarial. En otras palabras, las actividades de menores ingresos tenían el piso muy cerca, lo cual servía como garantía a la hora de negociar”, agregó el informe. Pero a partir de 2012 “esta lógica empezó a resquebrajarse y el salario mínimo comenzó a perder posiciones lentamente”. “Lo que venía siendo un lento deterioro se transformó en una caída brutal a partir de 2018 y este año volvimos a valores ‘noventistas’: en el tercer trimestre el mínimo representó apenas el 27 por ciento del salario promedio”, concluyó el observatorio.

Además, fuentes de la central obrera se quejaron del trato recibido durante la negociación, ya que fueron delegados a un lugar de suplencia en la discusión.  Es que el acuerdo de suba del mínimo se acuerda en una comisión más chica que el Consejo del Salario, a la cual la CTA Autónoma no se le permitió participar. “Nos dieron un lugar de suplentes, detrás de la CTA de los Trabajadores, cuando ambas centrales tenemos la misma situación judicial. Nos discriminaron”, se quejó un dirigente de la central, ante la consulta de Política del Sur. De esta forma, no sólo no pudieron realizar una oferta, sino que ni siquiera poder opinar sobre la oferta. “La CGT había dicho en la previa que había que llevar el salario a niveles de la canasta básica, pero después acordaron sólo una suba del 28 por ciento”, criticó el mismo dirigente.

“Estamos en un escenario de paritarias a la baja, en medio de una pandemia donde somos los trabajadores los que estamos sosteniendo las tareas”, se quejaron desde la CTA Autónoma, que pidieron que se apruebe el impuesto a las grandes fortunas, como una forma de equiparar el esfuerzo que hace los sectores asalariados.